Este artículo es una traducción del original en inglés de Thom Wall que puedes leer aquí.

“Thom, ¿cómo haces una buena rutina?”

Esta es una de las preguntas que a menudo me hacen cuando estoy enseñando en NECCA. Desafortunadamente para los estudiantes que la hacen, no hay una respuesta clara. Que algo sea «interesante» es una cualidad difícil (si no imposible) de medir. Hay, sin embargo, diversas maneras de ver las rutinas y de separar diversos aspectos de su presentación. Ésta es una de mis maneras preferidas de diseccionar una coreografía.

El número sin la técnica

El test del número sin las habilidades

Los números de variedades se apoyan de forma inherente en una combinación propia de habilidades y elementos para crear un número. Confiar solo en las técnicas o los elementos puede a veces ser una muleta para los artistas – el “test del número sin los elementos” requiere que el artista repase toda la coreografía del número sin las habilidades en las que normalmente se apoya.

La idea es simple. Si la coreografía de un número puede mantener el interés de una audiencia sin las habilidades para las que fue escrito, ¿No será mucho más fuerte cuando a la coreografía se le añadan las habilidades? Piensa en una melodía tarareada, comparada con una melodía interpretada por una gran orquesta; si es potente en su forma más simple, también lo será en la forma desarrollada. Separando el número en partes, nos forzamos en centramos en el ritmo, el personaje y muchos otros elementos que se suelen pasar por alto en favor de los trucos y las habilidades.

Usemos los malabares como ejemplo. Un joven malabarista se acerca a su director, preguntándole por qué su rutina no es muy potente. Es extremadamente técnica, bien pulida y logra capturar la atención de malabaristas de cualquier lugar. Sin embargo, otras audiencias no se muestran igual de interesadas.

Todos hemos visto un número así. El malabarista se pone en el centro de escenario y hace malabares con tres bolas. Pasa a cuatro, cinco y siete. Se da la vuelta a donde tiene sus malabares y cambia las bolas por mazas. Malabarea tres, cuatro y cinco mazas. Se da la vuelta y ahora cambia las mazas por aros. Tres, cuatro, seis, siete y ocho. Hace una reverencia y sale del escenario.

Si te gustan los malabares por los malabares, seguramente haya sido un gran número. Si eres como el resto de la gente, habrás estado mirando a la persona para intentar averiguar en qué estaba pensando, cómo se sentía o por qué lo estaba haciendo.

Este ejercicio desnuda al malabarista de su equipamiento y le hace interpretar el número en tiempo real con la música (seguramente proteste, así que escóndele su material en el armario hasta que esté de acuerdo).

Fíjate en el movimiento alrededor del escenario, en las expresiones faciales, y el ritmo del cuerpo. ¿Cómo respira el artista en el escenario? ¿Tiene el número interés cuando la «carne» de la pieza no está?

El malabarista de nuestro ejemplo se queda varios minutos de pie en el centro del escenario mirando a la audiencia y totalmente erguido. Esta postura se cambiaba a veces con pequeñas carreras a la mesa que tenía detrás y donde recogía más equipamiento antes de volver a la posición inicial. No es un número muy interesante sin la parte técnica.

¿Qué podemos hacer para que verlo sea más interesante?

El malabarista tiene que rediseñar su rutina para estar en más lugares del escenario. Si te cuesta mucho decidir qué hacer en donde, elige una forma arbitraria y mira a ver qué pasa. A mí me gusta que los malabaristas hagan el ejercicio de escoger una letra del abecedario y trazarla durante una de sus rutinas. Lo hacemos de forma arbitraria y luego añadimos de nuevo el material de malabares. Lo grabamos y después lo revisamos con detalle para ver si hay algo que destaque. Nos quedamos con esa parte nueva y continuamos con el resto de la secuencia.

Cuando se revisa el material de esta manera, es más fácil mirar hacia atrás y ver con más criterio cómo era la rutina anterior. No se dañan los sentimientos de nadie cuando simplemente se cortan trozos del número.

¿Y qué pasa con el ritmo? En nuestro ejemplo el malabarista ejecutaba un truco tras otro. Un malabarista tiene que mirar el tempo. ¿Es tan plano que se anima a la audiencia a quedarse dormida? Me gusta que los estudiantes escojan distintos descriptores de marcación de tiempo. «¡Lento como un caracol!», «¡Parar y seguir!», «¡Tan rápido como se pueda y luego parar!». Una vez que tienen distintas palabras, les pido que hagan una secuencia y busquen hueco en el número para cada una de ellas. Así, a un patrón estándar, se le incluyen diversos inicios y paradas, o una carrera rápida para recoger una bola se convierte en un paseo a cámara lenta. Y todos estos cambios hacen que el núcleo de la coreografía sea más interesante.

El ejercicio no pretende desde luego ser la cura para todas las rutinas; si estás buscando una nueva perspectiva para tu número, seguramente esto te ayude.

¿Tienes algún ejercicio que utilices para hacer cambios? ¡Compártelo!

Anexo para aéreos

Muchos amigos me escribisteis después de la publicación original de este post preguntándome cómo aplicar estos consejos a números de aéreos. ¿Cómo puedes moverte en un aparato vertical como las telas o las cuerdas? ¿Y algo como un trapecio estático?

Este es el reto para mis amigos que hacen aéreos:

La próxima vez que ensayes, intenta hacerlo en medio de una habitación, sentado en un taburete. En lugar de centrarte en las habilidades, escalar, dejarte caer, mantener una pose suspendida, piensa en qué puedes hacer para mantener la atención cuando estás aislado en un punto fijo como un taburete. Tendrás que jugar con las texturas emocionales, los puntos de vista, los movimientos y otros aspectos no atléticos de la actuación.

El resumen de esto es que las habilidades de por sí solo representan una pequeña parte del número. Olvídate de la técnica en algunas actuaciones y céntrate en el resto. Sin duda tendrás como resultado una pieza mucho más completa.

Thom Wall

Thom Wall es un malabarista, pero también un artista de vodevil, un animador, un orador y un comediante. Vive en Estados Unidos, pero ha recorrido el mundo con sus números.

Thom ha actuado con el Circo del Sol y ha recibido más de 20 premios nacionales e internacionales por sus actuaciones. Es un habitual de la lista de los 40 mejores malabaristas del mundo.

Últimamente ha estado trabajando en el Circo del Sol como malabarista en solitario en el espectáculo «Totem» de gira por Japón, Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda.

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